miércoles, 7 de enero de 2009

Gung Ho!

GUNG HO!

Como aprovechar al máximo el potencial de las personas

 

Gung Ho es un libro escrito por Ken Blanchard y Sheldon Bowles con el firme propósito de enseñar la filosofía Gung Ho mediante una historia real. La historia inicia cuando Peggy Sinclair es nombrada gerente general de la planta Walton Works #2; esta planta correspondía a una más de las empresas dirijidas por el Señor Morris, solo que Walton Works #2 estaba a punto de ser cerrada porque su producción no era suficiente para aportar buenas ganacias. Desde entonces la gerente Sinclair tiene 4 meses para tratar de salvar la empresa, de lo contrario la planta será cerrada y 1500 trabajadores quedarían sin empleo. Al final de su primer día de trabajo, la gerente Sinclair conoce al gerente de operaciones del departamento de acabados, Andrew Charles Longclaw (Andy como lo llamaba Sinclair). El departamento de acabados era el más eficiente de Walton Works #2, y esta eficiencia había sido lograda gracias a la filosofía Gung Ho que Andy quiso establecer en cada uno de los trabajadores o miembros de su equipo como los llamaba. Gung Ho fue el legado que Andy recibió de su abuelo, y al llegar a Walton Works #2, y encontrarse con un departamento de acabados que definía un sitio horrible para el trabajo, decidió poner en práctica esta filosofía y el resultado no pudo ser mejor. Andy era un indígena Americano; en su primer encuentro con la gerente Sinclair, le propuso llevar toda la planta a Gung Ho. A partir de ese momento, Andy y Sinclair se hacen los mejores amigos e inician el proceso de mejoramiento del estilo de trabajo en la empresa para la que trabajaban.

La filosofía Gung Ho consiste en 3 principios o puntos importantes:

1.       El espíritu de la ardilla.

2.       El estilo del castor.

3.       El don del ganso.

Andy lleva a Sinclair a una cabaña ubicada a las afueras del pueblo, y allí le pide que trate de encontrar el espíritu de las ardillas observando el comportamiento de estos animales. Allí la gerente Sinclair aprendió el primer secreto que había convertido el departamento de acabados en un equipo Gung Ho, el espíritu de las ardillas: Trabajo que vale la pena. Este principio consiste en saber de que forma un trabajo puede cambiar al mundo, es decir, concretar lo importante como el impacto de lo que se produce en la sociedad y no el número de unidades producidas. Las ardillas demuestran este espíritu en su motivación por recolectar alimento para poder sobrevivir en el invierno, a ellas no les importa la cantidad de alimento recolectado, para ellas lo realmente importante es el fin para el cual se recolecta el alimento. Andy enseña también que es necesario sembrar valores en los trabajadores, sin valores la filosofía Gung Ho no funciona, “las metas ponen en marcha a la gente, pero los valores sostienen el esfuerzo”.

Sinclair, sorprendida con las enseñanzas de su amigo Indio, emprende con una actitud muy positiva una labor que pretende llevar a un estado de Gung Ho a los gerentes de cada una de las áreas de Walton Works #2, empezando con el espíritu de la ardilla.

Unas semanas después, Andy lleva a Sinclair a un estanque cerca de la cabaña para enseñarle el estilo del castor. Ambos subieron un árbol grande a tres metros de altura, desde allí podían observar un estanque en el cual se encontraba una madriguera de castoras destruida por las lluvias de la noche anterior. La gerente Sinclair observa que los castores empiezan a salir del agua, cada uno de ellos se inicia en la tarea de reparar su madriguera; los castores transportan la madera en sus dientes y el lodo entre sus garras y se sumergen al fondo del estanque para crear una base sólida. Todos los castores trabajan con la misma intensidad, y todos saben el lugar correcto para ubicar un tronco de madera en la reconstrucción de su madriguera. Es allí donde Sinclair aprende el estilo del castor: Ejercer el control sobre el cumplimiento de la meta. Así cada uno de los trabajadores Gung Ho sabe que hace, para       que lo hace, y como lo debe hacer; un castor no cambia la posición de un tronco de madera ubicado por otro castor, ni tampoco esconde el mejor tronco de madera para que otro castor no lo vea, así mismo deben ser los “miembros del equipo de trabajo”.

Para ese entonces  el tiempo para llevar a la planta a un estado de Gung Ho se agota, para la navidad los índices de producción deben ser muy buenos, de lo contrario el “viejo Morris” cerrará la planta. Esto preocupa mucho a Sinclair, todo el tiempo pasa por su cabeza que tiene en sus manos a 1500 trabajadores y a sus familias. Andy afirma que es imposible llevar la planta a un estado de Gung Ho antes de navidad (tres meses aproximadamente), para lo cual se idea un plan secreto para hacer que el “viejo Morris” ceda para aumentar a seis meses más el plazo para evaluar los resultados de la planta y decidir si esta se cierra o no. Por lo pronto, la gerente Sinclair sabe que Andy tiene un plan que ella no conoce, pero sin embargo llena de optimismo ahora emprende labores para dar a conocer a los gerentes de las áreas de la empresa el estilo del castor.

Al aproximarse el invierno los gansos vuelan desde Canadá, así que era el tiempo propicio para aprender el don de los gansos. Andy lleva a la gerente Sinclair a un lago desde donde se puede observar las bandadas de gansos pasando en formación V. En una barca, ambos se dirigen a la mitad del lago, dejan allí dos gansos tallados en madera y vuelven a la orilla. Observan que la próxima bandada de gansos que pasa volando parece observar los gansos de madera y se devuelve para volar más bajo hasta que caen sobre el agua. Un movimiento de Sinclair asusta a los gansos “Echaron a volar en un abrir y cerrar de ojos graznando mientras ascendían. Un concierto de rock no habría sido más estruendoso”. Sinclair aún no comprendía cual era el don de los gansos. Un momento después pasó volando otra bandada de gansos en formación V, de la cual la gerente Sinclair aprendió que todos los gansos graznan a la vez en medio de su vuelo. Esos graznidos no significan mas que mensajes de alientos que se dan entre si para poder volar miles de kilómetros. Así “No son solamente los gerentes quienes deben dar voces de aliento a los miembros del equipo… Podemos hacer que todos se estimulen entre si”. Sinclair entonces aprendió el don de los gansos: Alentar a los demás a seguir adelante. En ese instante Andy enseña lo siguiente:

1. La forma de alentar no siempre debe ser dinero, una frase de felicitación sincera alimenta el espíritu.

2. El trabajo bien hecho debe ser premiado, de lo contrario sería como un partido de fútbol sin puntuación y sin público que aliente. Los aficionados alientan a su equipo desde que comienza el partido, y cuando se logra meter el balón en el arco contrario, gritan de júbilo celebrando la meta lograda. Así debe ser el equipo de trabajo de una empresa, alentar todo el tiempo, y felicitar con sinceridad las metas logradas.

3. La felicitación debe ser: oportuna, en respuesta a algo concreto, incondicional y entusiasta.

4. Las felicitaciones también deben ser: Espontáneas, individuales, específicas y únicas.

Los gerentes de las diferentes áreas de la planta respondían satisfactoriamente a las nuevas ideas impulsadas por Sinclair, sabían que la empresa se hundía, y era mejor hacer algo que pareciera estúpido en un principio, que quedarse de brazos cruzados y ver como la empresa cierra.

Un miércoles Andy aparece con el plan para lograr más plazo para sacar la planta adelante con Gung Ho. En el diario del pueblo aparecía en primera plana un anuncio de la entrega de una medalla de honor al hijo de quien fuera el fundador de la empresa en Walton, y quien en ese momento fuera el presidente de la junta directiva. Tal ceremonia sería el 4 de julio, 6 meses después de navidad, era el tiempo que Sinclair quería para llevar a Walton Works #2 a un buen nivel de Gung Ho. El viejo Morris no cerraría la planta antes de una condecoración por el funcionamiento de la misma, el plazo estaba concedido. La idea de la condecoración había sido de Andy, se aprovecho de sus influencias en el periódico para publicar tal anuncio, que en principio era una verdad que solo estaba en su cabeza.

Para el mes de Febrero ya se veían algunos resultados, las cifras ya repuntaban, y para el mes de Abril Morris se sentía orgulloso de haber elegido a Peggy Sinclair como gerente de la planta Walton Works #2. El primer punto Gung Ho fue el desencadenante del cambio, las personas aprendieron para que se hacía su trabajo, fue igual de fácil imprimir el don del ganso, los trabajadores se sentían muy bien cuando eran premiados y cuando entre ellos se daban frases de aliento. El estilo del castor fue lo más difícil de establecer, porque los gerentes no comprendían porque debían dejar de manejar la palanca por la cual habían luchado alrededor de 15 años, y dejar el control del trabajo en los demás. Fue complicado llegar al punto de ver a los trabajadores como un equipo de futbol, dejar que los jugadores ingresaran al campo a hacer lo suyo, y el dirigente debía quedarse en la raya observando y corrigiendo.

Tres años bastaron para llegar al nivel que Andy consideró como apropiado para certificar la planta como Gung Ho. “Lo mejor de todo fue que la totalidad de la planta disfrutó del éxito”. Fue tal el logro que Andy y Sinclair conocieron los jardines de la Casa Blanca para recibir de manos del Presidente una condecoración por la excelente labor en Walton Works #2. “En la actualidad, todos los miembros del equipo salen para sus casas con las cabezas en alto.  Su trabajo es importante, cada uno de ellos contribuye a la forma de realizarlo y saben que tanto la compañía como sus compañeros de labores aprecian sus esfuerzos y sus logros”.

Andy murió de un ataque al corazón, en sus últimos instantes de vida puso a Peggy  la tarea de escribir todo lo sucedido con Walton Works #2 para que la filosofía Gung Ho fuera conocida por el mundo. Después de la muerte de Andy, los autores del libro Ken Blanchard y Sheldon Bowles, buscaron a Peggy para que sirviera de asesora en la escritura de un libro sobre trabajadores aguerridos, pero al encontrar a Peggy y escuchar la historia de Andy y Walton Works #2, decidieron hacer parte del cumplimiento de la promesa que Sinclair había hecho a Andy antes de su muerte.


Mis apuntes

Gung Ho puede ser una buena filosofía para que las empresas funcionen a la perfección, pero no deja de ser una “filosofía” que al ser anunciada como parte del cambio genera temores y discordias entre empleados y gerentes. Los 1500 trabajadores de Walton Works #2 respondieron con satisfacción al cambio hacia Gung Ho, sabían que la si la empresa no cambiaba se quedaban sin lugar de trabajo; tal vez la situación no pueda ser igual en lugares de trabajo donde los gerentes y trabajadores son aferrados a un modo de producción que sin pensar pueda llevarlos a la quiebra. Además, Gung Ho requiere de gerentes que confíen en sus trabajadores y que dejen el papel de instructores para pasar a ser un miembro mas del equipo, y esta perspectiva es difícil cuando vivimos en un medio donde “el que tiene el oro es el que manda”.

Sin embargo Gung Ho señala muchos errores que los gerentes de hoy comenten en muchas empresas, y aporta soluciones para mejorar esas actitudes que conducen al error. Andrew Charles Longclaw enseña desde su experiencia la forma en que debe tratarse un trabajador desde la gerencia, para El, el principal error es tratar a los empleados como unidades de trabajo y no como personas. Los seres humanos adquieren disciplina cuando se dan cuenta que lo que hacen tiene una importancia, además fija un punto que todos nos gusta: las felicitaciones por el trabajo realizado. Muchas empresas ahora organizan grandes fiestas para realizar felicitaciones colectivas y creen que hacen bien; los trabajadores dejan las felicitaciones en la fiesta, y el lugar de trabajo sigue considerado como desagradable.

El cambio no necesariamente debe darse desde la gerencia, Andrew Charles Longclaw impulsó el cambio en su departamento de acabados cuando sabía lo desacuerdo que su jefe estaba con el plan. Yo invito a aquellas personas que sienten que en su trabajo son medidas por unidades producidas, o que son comparadas con una máquina, a leer el libro; es una vía grandiosa para darse cuenta que el lugar de trabajo puede convertirse en un espacio agradable y sentirse bien haciendo lo que antes pudo ser monótono.

 

Lo que queda en mi mente después de leer Gung Ho!

- Son muchas las personas que luchan solas.  No son felices.  Sus espíritus mueren antes de cruzar las puertas de las oficinas.

- Los budistas dicen que el maestro aparece cuando el alumno está listo.

- Algunas veces la única forma de cambiar a un gerente es cambiándolo.

- El espíritu de la ardilla: TRABAJO QUE VALE LA PENA.

- El estilo del castor: EJERCER EL CONTROL SOBRE EL CUMPLIMIENTO DE LA META.

- El don del ganso: ALENTAR A LOS DEMÁS A SEGUIR ADELANTE.

- Si no hay tabla de puntuación no hay juego.

- Los valores sirven de guía para todos los planes, las decisiones y las actuaciones.

- La información es el guardián del poder.  Todo el mundo necesita acceso total y abierto a la información.  Los gerentes deben estar dispuestos a entregar las palancas de mando por las cuales han luchado toda la vida.  Es difícil ser jefe sin ser mandón.

- El entusiasmo es igual a la misión multiplicada por el circulante y las congratulaciones

 

Gung Ho y la Ingeniería de Sistemas

Si el plan fuera discutir lo que viven los ingenieros de sistemas con la perspectiva de Gung Ho, podría hasta escribir un libro, pero como Andy lo hizo en Walton Works #2, la paciencia debe ser la primera aliada y por lo tanto empezar por el espíritu de la ardilla. Yo aseguraría que la gran mayoría de los ingenieros de sistemas no sabemos que es lo que hacemos o para que hacemos las cosas. Nos aferramos a estándares que nos ayudan a cumplir con las exigencias de un Jefe, cumplimos jornadas de trabajo calificadas por líneas de código o niveles de avance alcanzados en un proyecto, pero en ningún momento pasa por nuestra mente el impacto social y el significado de lo que estamos haciendo para el mundo. Es difícil inyectar Gung Ho en la Ingeniería de Sistemas cuando se manejan procesos muy controlados y supervisados, podríamos dejar de lado el estilo del castor, pero el don del ganso si abría de tenerse en cuenta para nuestra profesión. No puedo profundizar en un campo que no he tenido la oportunidad de pisar con firmeza, pero recuerdo haber leído hace algún tiempo que las organizaciones en gran parte ordenaban sus procesos gracias a los desarrollos y tecnología acoplada y puesta en marcha por la ingeniería de sistemas, pero las felicitaciones y los reconocimientos corresponden a la gerencia general. Los directores de proyecto no se dan cuenta que aumentan los niveles de estrés cuando exigen eficiencia, pero lo peor es que tampoco saben que alimentar el espíritu y enseñar a sus empleados que se hace, para que se hace, y celebrar las metas obtenidas, puede acelerar los índices de eficiencia que tanto imploran.

3 comentarios:

  1. Excelente nota amigo Alejandro. En verdad esta filosofia es impresionante...

    Saludos y gracias por publicarla.

    Luis

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  2. alejandro tengo algunas preguntas me escribes juanc890930@hotmail.com

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  3. Considero que esta filosofía esta abierta para realizar cambios en todas las áreas, personal, laboral y porque no decirlo espiritual. En muchos sectores, en especial los públicos se carece del sentido Gun ho, es hora de empezar los cambios.....
    Buena nota...

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